Creo que no hay mejor forma de inaugurar el blog que con Caravaggio. Para mí, es uno de los mejores artistas pictóricos de la Historia del arte pero, sobre todo, es la máxima prueba de la entrega de los pintores con sus obras. Cada vez que un artista esculpe una figura, dibuja un rostro o, incluso, hace una fotografía, está dejando parte de él en esa obra. Y es que las obras de arte muchas veces nos enseñan más cosas sobre sus autores que sus propias biografías.
El caso de Caravaggio es obvio y su pintura refleja a la perfección la decadencia de su vida. El pintor italiano fue uno de los máximos exponentes del arte barroco y su influencia llegó hasta artistas como Rubens, Rembrandt o el español Velázquez. Caravaggio impregnó los lienzos de la oscuridad de su vida, yendo en contra de los cánones clásicos establecidos y trasladando la rebeldía de su personalidad a su obra. De hecho, el no cumplir los encargos que le encomendaban al pie de la letra le causó algún que otro problema que se sumó a los existentes en su vida personal, cada vez más complicada y marcada por las peleas.
De Baco a las cabezas cortadas
«Baco», 1597
Poco tienen que ver las primeras obras del pintor italiano con los cuadros de los últimos momentos de su vida. «Baco» es un buen ejemplo de esta primera etapa, en la que, a pesar de la oscuridad propia del estilo barroco (los colores no son demasiado vivos y tanto el fondo como el vino representan claramente esta oscuridad), el dramatismo y la tenebrosidad de sus obras posteriores está ausente. A pesar de que no se ajusta del todo a los ideales renacentistas, sí vemos un esfuerzo por representar la belleza (aunque el rostro del joven, del que se dice que es un autorretrato del propio Caravaggio, es un poco inquietante). Sea como sea, la actitud de Baco es pausada y tranquila y la composición equilibrada. Sin embargo, su técnica empieza a cambiar cuando Caravaggio comienza a moverse en ámbitos no muy recomendables, lo que influye de manera directa en sus obras. Es esa oscuridad de las tabernas y de las zonas más peligrosas de Italia la que plasma en sus próximas obras, además de la tensión. Y es que ya no queda nada de la paz de la que disfrutaba el joven Baco bebiendo vino y rodeado de jugosas frutas. Además, al igual que hizo con el dios de la agricultura (y del vino) autorretratándose, Caravaggio recurre constantemente a humanizar a sus personajes retratando a personas de su entorno como personajes bíblicos. Y, como su entorno no era el mejor, maleantes, criminales y mendigos eran sus modelos más frecuentes. De hecho, una de las anécdotas que más se conocen de la vida del pintor barroco es la polémica que suscitó su obra «Muerte de la Virgen», en la que se dice que se inspiró en una prostituta encinta ahogada en el río Tíber para pintar a la mismísima Virgen María. Por cierto, este cuadro ya destila más estilo «caravaggiano», ¿verdad? Oscuridad, dramatismo y, sobre todo, realidad.
«La muerte de la Virgen», 1606
El cambio más drástico de la vida de Caravaggio se produce cuando en mayo de 1606 mata a un individuo llamado Ranuccio Tomassoni, probablemente por accidente, en una de sus frecuentes reyertas. El pintor se ve obligado a huir a Nápoles, donde es protegido por la familia Colonna. Precisamente gracias a la protección de varios mecenas, Caravaggio recorre otros territorios como Malta y Sicilia, en los que va pintando cuadros cada vez más tremebundos. Ya no es solo que la tensión se aprecie nada más posar la vista sobre el lienzo, sino que el dramatismo va acompañado de detalles macabros y sangrientos. El pintor se atreve a representar las escenas más violentas de la Biblia, como la decapitación de San Juan Bautista o del gigante Goliat.
«Salomé con la cabeza de Juan el Bautista», 1607
«David con la cabeza de Goliat», 1609
Como dato curioso, cabe destacar que el polémico pintor utilizó de nuevo la técnica del autorretrato. Tanto en el cuadro de Salomé como en el de David, la cabeza que sostienen no es otra que la del propio Caravaggio. Y es que, aunque el pintor fue perdonado de sus delitos en Roma, parece que nunca llegó a perdonarse a sí mismo. Y, al igual que sus cuadros en los que los personajes aparecen solos ante una profunda oscuridad, este incomprendido e inolvidable artista falleció en las playas de la Toscana víctima de fuertes fiebres y del odio que sentía hacia sí mismo.