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Clara Peeters, la pintora escondida

La relación entre las mujeres y el arte no es sencilla. Siempre que se suele hablar del papel de la mujer en la Historia del arte, se habla de musas, de su función de inspirar a artistas masculinos para crear sus obras maestras. Sin embargo, rara vez se habla de las mujeres como artistas, como creadoras.

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El Museo del Prado ha dedicado por primera vez una exposición a una mujer pintora: Clara Peeters. Esta artista flamenca fue una de las pocas mujeres que se dedicaron a la pintura en el siglo XVII, pues en esa época las féminas difícilmente podían desempeñar una actividad profesional debido a los prejuicios sociales. Se especializó en pintar bodegones, un género muy popular en ese momento. Sus cuadros de naturaleza muerta son extremadamente realistas, pero además de ello reservan algunas sorpresas para los más observadores…

Clara Peeters sabía que no era fácil destacar en un mundo de hombres, por lo que trató de visibilizarse en sus obras, firmándolas de una manera muy peculiar. Y es que en algunas de ellas, la artista pintó su propio reflejo. Si se presta la atención suficiente, en algunas piezas de vajilla puede verse el rostro de la pintora belga.

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[Detalle] Autorretratos de Clara Peeters en sus pinturas

Si os apetece ver estos misteriosos autorretratos camuflados entre las frutas, pescados y dulces representados por Clara Peeters, daos prisa. La exposición estará disponible hasta el 19 de febrero.

RABASF, el mágico lugar donde conviven Goya, Rubens y Picasso

Museos como El Prado, el Reina Sofía y el Thyssen son visitas obligadas para todo aquel que visita Madrid (o, con más razón, vive en Madrid). Sin embargo, hay otros museos menos conocidos que también merece la pena visitar. Ese es el caso del museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

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‘La primavera’, obra maestra de Giuseppe Arcimboldo

Cada una de sus tres plantas alberga obras de arte de maestros como Goya, Rubens o Picasso. Las distintas disciplinas artísticas se unen en este enigmático edificio situado muy cerca de la Puerta del Sol, por lo que el visitante puede ver desde obras pictóricas hasta escultura, fotografía y material audiovisual.

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Merece la pena observar la religión y la mitología con obras clásicas de Van Dyck, Van Loo, Mengs, Rubens, Zurbarán o Murillo. Los lienzos que recrean pasajes bíblicos y mitológicos dejan paso a escenas mundanas representadas por artistas como Francisco de Goya, ya sea sobre lienzo o en grabados.

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A medida que vamos cruzando las salas y ascendiendo en el museo, avanzamos también en lo que a Historia del Arte se refiere, empapándonos de nuevos estilos con Sorolla, Josep Pla, Juan Gris y hasta con el propio Picasso. Todo esto sumado, por supuesto, a artistas actuales que exponen sus creaciones en este fascinante enclave.

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La magia de Joaquín Sorolla

Hay que destacar que, aunque yo me he referido únicamente a la exposición permanente del museo, también merece la pena visitar sus exposiciones temporales. De hecho, la primera vez que visité el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando fue cuando vi la exposición ‘Otras tauromaquias’, de la que también os he hablado. Además, si queréis conocer aún más este lugar, podéis pedir a alguien del personal que os enseñe el taller de vaciados, donde os explicarán al detalle esta técnica y os mostrarán las réplicas de obras maestras que elaboran por encargo.

Goya: ¿pintor taurino o animalista?

Me gusta hablar sobre arte y recomendar exposiciones, pero ninguna con tantas ganas como ‘Otras tauromaquias’ de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Gratis y en pleno corazón de Madrid podéis visitar esta muestra que reinterpreta la colección de grabados sobre tauromaquia de Goya.

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Siempre hemos confiado en la versión que sostiene que Goya era taurino y trataba de ensalzar la tauromaquia con esta serie, pero… ¿y si no fuera así? ‘Otras tauromaquias’ propone una nueva perspectiva según la cual el maestro Goya no admira la tauromaquia, sino que la representa en todo su horror bajo una mirada de dolor y espanto.

Pero no solo de obras de Goya se compone la exposición. Pintores, dibujantes y fotógrafos como Marina Vargas, Santiago Talavera, El Roto y Forges aportan su granito de arena a este canto contra la tortura animal disfrazada de arte.

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Incluso, hay espacio para la música con Niño de Elche, que trata de transmitir con su voz el sufrimiento al que son sometidos muchos toros. El cine también está presente en esta muestra, con la que descubrí que en el rodaje de ‘Blancanieves’, película de Pablo Berger, se asesinó a nueve toros.

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Altar en honor a los 9 toros muertos en el rodaje de la película ‘Blancanieves’

Al salir de la exposición, es difícil contener las lágrimas y no empatizar con las principales víctimas de esta tortura: los animales. Tampoco es fácil responder a la pregunta de si Goya es taurino o no. En mi opinión, creo que era una artista que representaba lo que veía. Dudo que fuera animalista o que su compromiso con esta lucha fuera contundente, pero desde luego no veía arte en la tauromaquia. En sus grabados la representaba en todo su horror, retratando a los toreros con rostros monstruosos. Son obras oscuras, tétricas e inquietantes que se alejan de Los caprichos, las pinturas más alegres del artista. Si realmente hubiera sentido atracción por la tauromaquia, ¿por qué la retrató desde la oscuridad en vez de incluirla en Los caprichos? Da qué pensar.

Localización: Calle de Alcalá, 13, 28014 Madrid

Exposición disponible hasta el 25 de mayo

8 películas que todo amante del arte debe ver

Son muchas las películas que se basan en episodios concretos de la Historia del Arte, así como en la vida y obra de los artistas más influyentes. Estas son solo algunas de ellas:

1. El loco del pelo rojo (1956)
El parecido entre Kirk Douglas y Vincent Van Gogh es asombroso, tal y como podréis apreciar en este fantástico biopic sobre la vida del genio del postimpresionismo. La película muestra las penurias de la vida de Van Gogh, así como su estrecha relación con su hermano Theo y el famoso episodio de la oreja cortada.

van gogh el loco del pelo rojo

2. La joven de la perla (2004)
Para mí es uno de los mejores papeles de Scarlett Johansson, que se pone en la piel de Griet, la sirvienta que inspiró a Johannes Vermeer para pintar su obra más famosa: La joven de la perla. No obstante, hay que saber que la película está basada en la novela de ficción homónima de Tracy Chevalier, ya que no se conocen a ciencia cierta las circunstancias reales en las que Vermeer pintó este cuadro.

La joven de la perla, película protagonizada por Scarlett Johansson

3. Mr. Turner (2014)
El arte de William Turner no siempre fue comprendido por el gran público de su época, pero aun así el pintor siguió fiel a su estilo con el que consiguió revalorizar la pintura de paisajes. No se puede reprochar nada a la interpretación de Timothy Spall, que se pone en la piel del excéntrico artista que retrató Inglaterra entre brumas y vapores.

Mr. Turner película arte

4. La sonrisa de Mona Lisa (2003)
Además de ser una película cargada de valores feministasLa sonrisa de Mona Lisa demuestra que la Historia del Arte es mucho más que un conjunto de fechas y nombres propios, sino todo un universo en el que cada cual interpreta y siente a su manera el arte.

La sonrisa de Mona Lisa

5. Big Eyes (2014)
Esta es, posiblemente, la película más cargada de sensibilidad de Tim Burton. Cuenta una historia desconocida, la de la pintora Margaret Keane y su marido Walter, que era el que firmaba los característicos retratos de niños de ojos grandes de la artista.

Big Eyes Tim Burton

6. El código Da Vinci (2006)
Basada en la aclamada novela de Dan Brown, el film parte del museo del Louvre y recorre algunos de los enclaves más relevantes del arte cristiano. En Ángeles y demonios (2009) la trama también está ligada a la Historia del Arte a través de famosas esculturas de Bernini.

El código Da Vinci película arte

7. La chica danesa (2015)
Aunque el tema principal de la película de Tom Hooper es la transexualidad del artista danés Einar Wegener, esta conmovedora historia no podría entenderse sin la carrera artística de su esposa, Gerda.

la chica danesa película arte

8. Midnight in Paris (2011)
Dalí, Picasso, Gaugin y Degas se unen a otros célebres pintores, músicos y escritores para guiar a Gil Pender (Owen Wilson) a través del París más artístico. Sin duda, una de las mejores películas de Woody Allen.

Dalí Mindnight in Paris

El valor del arte

Aprovechando que estos días se celebra la Fiesta del Cine y las entradas tienen un precio (por fin) asequible, acudí ayer a ver ‘El viaje más largo’. Este largometraje es una adaptación de una novela de Nicholas Sparks, autor de best-sellers como ‘El diario de Noah’ y ‘Querido John’. Pero si os hablo de esta bonita y lacrimógena película aquí es porque hubo una escena concreta que me hizo reflexionar sobre el mundo del arte (o, mejor dicho, sobre el mercado del arte). Sin ánimo de hacer spoilers, solo os diré que en la película se subastan varios cuadros y hay uno de ellos por el que nadie quiere pujar. ¿La razón? Que a pesar de su carga sentimental, no está firmado por ningún artista famoso. No es un Warhol, ni un Pollock, ni un Picasso, así que no interesa. A nadie parece importarle el contexto, la técnica o la pintura en sí. Si no pertenece a un genio del arte, no merece la pena desembolsar ni un dólar.

Realmente, ¿todas las obras de arte se miden por el mismo rasero? Esta escena, sumado a algunas experiencias propias, me hace pensar que no. El arte tiene muchas funciones, una de ellas el disfrute y la generación de sensaciones, y creo que es por eso por lo que debería valorarse. Si observamos, por ejemplo, la pintura de un paisaje y nos dicen que es de Turner y Patinir, suspiraremos extasiados y admiraremos su calidad. Pero si ese mismo cuadro lo encontráramos en un sótano o en un mercadillo y el autor fuera anónimo, no le prestaríamos la mínima atención a pesar de que la imagen sea exactamente la misma. Y en esta hipocresía acabamos cayendo todos.

También podemos elegir como ejemplo el Museo del Prado, uno de los museos más importantes del mundo por las numerosas obras de grandes artistas de la Historia del Arte que alberga. Es frecuente ver a decenas de personas situadas ante ‘Las Meninas’ con rostro concentrado y a guías turísticos que narran la historia de la pintura. No cabe duda de que el valor de esta obra es incalculable, pero no debe cegarnos y hacernos ignorar otras obras maravillosas de Velázquez como sus retratos de bufones, por ejemplo. Lo mismo sucede con Goya: no hay nadie que se marche del Prado sin observar durante mínimo cinco minutos ‘Los fusilamientos del 3 de mayo’, aunque quizá no dedique ni una sola mirada a obras de la colección Pinturas negras como ‘Perro semihundido’, una impactante pintura reflejo de la crisis del siglo XIX español.

Con este artículo no trato de restar importancia a grandes obras como ‘Las Meninas’, ‘Las tres gracias’ o ‘La noche estrellada’, impresionantes creaciones que todos deberíamos contemplar si tenemos la oportunidad, pero sí que quiero llamar la atención sobre el significado y el valor que le damos al arte. Está muy bien elogiar a artistas famosos, pero también hay que creer y dar una oportunidad a los menos conocidos. Hay que valorar una obra por su calidad y por lo que transmite, independientemente de su firma, porque el mundo del arte es mucho más que un mercado. Y, si mirásemos un poco más hacia nuestro alrededor y hacia lo desconocido, nos sorprenderíamos.

Muchas fotos, pero pocas miradas

                Muchas fotos, pero pocas miradas

La obra de la quincena: ‘Apolo y Dafne’

                                                                 Apolo y Dafne de Bernini

Título: ‘Apolo y Dafne’

Autor: Gian Lorenzo Bernini

Fecha: 1622 – 1625

Localización: Galería Borghese, Roma (Italia)

Otros datos: Obra escultórica. Barroco italiano. 

¿Por qué es la obra de la quincena?: Antes de nada, quiero pedir disculpas por haber tardado tanto en publicar otro post en esta sección. La verdad es que no siempre dispongo del tiempo que querría y no puedo actualizar tan a menudo, así que puede que no elija una obra cada quincena (pero cada vez que la elija, intentaré que os guste). Dicho esto, os explico por qué he elegido esta obra de Bernini. La anterior protagonista de esta sección fue una obra pictórica (esta bellísima creación de Claude Monet) y esta vez me apetecía elegir arte en otro soporte, así que he optado por la escultura. Y si hay un maestro de la escultura en la Historia del Arte, ese es Bernini. Han sido muchos los artistas que han intentado plasmar escenas bíblicas y mitológicas en mármol, el material que construye esta obra, pero ninguno ha conseguido lo que hizo Bernini. Tanto en esta escultura como en el resto, el artista italiano ha conseguido que las figuras parezcan vivas. Ha dotado a la doble escultura de movimiento y de tensión. Ha poblado los rostros de los personajes de emociones. Ha cuidado hasta el más mínimo detalle de la anatomía humana, desde las venas transparentándose ligeramente bajo la piel hasta la textura de los cabellos. Además, creo que ha sabido recrear a la perfección la trágica historia de Apolo y Dafne. En una ocasión, el dios Apolo se burló de Eros y de sus flechas del amor, por lo que éste decidió vengarse y castigarle de una forma muy cruel: disparó contra Apolo una flecha del amor -con la cual se enamoraría profundamente de la primera persona que viese- y una flecha de hierro -de odio- contra la ninfa Dafne. Mientras que Apolo se vio invadido por el amor y la pasión, Dafne comenzó a aborrecerle con todas sus fuerzas. Apolo le expresó su amor a la bella joven, pero ésta huía despavorida y asqueada cada vez que el dios se acercaba. De esta forma, iniciaron una intensa persecución y, cuando Apolo estaba a punto de alcanzar a su amada y sus dedos rozaban sus sedosos cabellos, Dafne invocó la ayuda de su padre -el río Peneo-, que la convirtió… ¡en un árbol! El ambicioso Bernini se ha atrevido a representar el momento más intenso: cuando Apolo casi ha alcanzado a la joven y da comienzo la metamorfosis. Como bien se aprecia en la escultura, la suave piel de Dafne se torna rugosa como la corteza de los árboles y su melena comienza a transformarse en hojas. En mi opinión, Bernini alcanza la maestría del gran Miguel Ángel y, debido a la corriente estilística a la que pertenece, lo supera en realismo. Y es que aunque el ‘David’ de Miguel Ángel es todo un icono de belleza y perfección, las obras de Bernini dan un paso más y son más dinámicas, intensas y vivas. Sobre todo más vivas. 

Van Gogh entre corcheas: la magia de «Vincent»

Bien es sabido que los domingos son duros y, por eso, ¿qué mejor forma de dar la bienvenida a la semana que con música?
Si la música ya es un arte en sí mismo, imaginaos si versa sobre el concepto de arte o, mejor aún, sobre la vida de uno de los artistas más especiales: Vincent Van Gogh.

Si tuviera que describir con una palabra al artista holandés famoso por obras como Los girasoles (1888) y La noche estrellada (1889), lo definiría como mágico. Dejando a un lado la técnica de sus cuadros o su maestría frente al lienzo, lo que más llama la atención del pintor es su personalidad arrolladora y su vida marcada por la miseria, la incomprensión y, según muchos, la locura. Loco o no, Van Gogh consiguió plasmar en sus cuadros todo su tormento, así como su extraña concepción de la belleza, que a veces puede ser cruda y dolorosa.

Al igual que Van Gogh impregnó sus cuadros de sus sentimientos, el cantante Don McLean (que muchos conocemos por éxitos como American Pie) manifestó su admiración por el mítico pintor en su canción Vincent. Realmente, muchos conocen esta canción por su primera estrofa, Starry starry night, que hace referencia al famoso cuadro La noche estrellada.

Durante la canción, McLean hace referencia a algunos cuadros del artista (Los girasolesLos comedores de patatas, etc.) pero, sobre todo, muestra a la perfección cómo Van Gogh fue un pintor incomprendido e incluso repudiado en vida que no tuvo ningún tipo de reconocimiento hasta su muerte, tras la cual pasó a ser uno de los pintores más cotizados y famosos del mundo. ¿Qué diría el pobre Vincent si viera las abismales cantidades de dinero que se pagan por sus lienzos?

Sea como sea, gracias a las obras de Van Gogh, conocemos a uno de los pintores más innovadores y sorprendentes de la historia del Arte. Y, además, gracias a estas pinturas y a homenajes como Vincent de Don McLean, no le olvidamos. Supongo que eso es lo que más alegraría al pintor pelirrojo: ser recordado. Y lo cierto es que no es ninguna tontería, porque por algo dirán eso de que, cuando una persona es recordada, no muere jamás.

 

La obra de la quincena: «Impresión, sol naciente»

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Título: «Impresión, sol naciente» (Impression, soleil levant)

Autor: Oscar-Claude Monet

Fecha: 1872

Localización: Museo Marmottan Monet, París (Francia)

Otros datos: Obra pictórica. Estilo impresionista.

¿Por qué es la obra de la quincena?: Antes de interesarme realmente por la Historia del Arte, sentía predilección por la sección más clásica del arte. Todo lo que se saliese de las perfectas esculturas de la Antigua Grecia y de los equilibrados y bellos cuadros renacentistas, no era arte. Quizá esto sean palabras mayores, pero lo que sí que es cierto es que los estilos artísticos más modernos constituían un universo totalmente desconocido para mí. Como no podía ser de otra manera, mi ignorancia me llevaba a ver el impresionismo como un estilo superfluo, aburrido y en el que todo valía. Tuvo que ponerme una profesora delante de las narices este cuadro de Monet para darme cuenta de que me estaba perdiendo obras increíbles por centrarme en la perfección de los autores clásicos y desechar todo lo desconocido. Con «Impresión, sol naciente» descubrí que la perfección es un concepto muy subjetivo y que lo más bonito del arte es su amplísima variedad de corrientes artísticas. Me di cuenta de que, a pesar de que este cuadro está elaborado mediante pinceladas sueltas y aparentemente desordenadas, eran esas pinceladas las que daban sentido a la obra. Y es que todos los que disfrutáis con obras impresionistas sabéis que en este estilo es muy importante la perspectiva, y que no verás la misma imagen si miras el cuadro desde medio metro de distancia (en este caso, apreciarás cada pincelada del autor en todo un batiburrillo de lágrimas de pintura) que si lo haces desde tres metros (distancia desde la cual las pinceladas sueltas cobran sentido y constituyen una figura o paisaje consistente). Precisamente eso es lo más mágico de este estilo, su capacidad de variar en función del punto de vista del espectador. A partir de ese momento, conocí más obras de Monet, así como de otros artistas impresionistas, y caí en la cuenta de todo lo que me había perdido. Algo parecido pensaría el crítico Louis Leroy, que al ver por primera vez este cuadro en el Salón de París, quedó espantado ante este nuevo estilo tan lejano de la perfección de la pintura clásica. Inspirándose en el título, Leroy escribió una crítica en la que despreciaba la obra y su «amplia libertad», momento en el que nació el movimiento impresionista. Y es que la sociedad francesa del siglo XIX no estaba preparada para esta nueva era de pintores que, en vez de crear obras religiosas de Vírgenes de rostros angelicales, se atrevían con paisajes, retratos y bodegones realizados mediante pinceladas rápidas y libres. Por suerte, ni Monet ni el resto del grupo se rindieron, sino que se enfrascaron en muchos más proyectos pictóricos a pesar de las dificultades económicas (¿quién iba a comprarles un cuadro a unos artistas revolucionarios que no se adaptaban a los cánones estéticos establecidos?). Si no conocíais el arte impresionista, os invito a que investiguéis y descubráis otras obras, de las que seguro que hablaremos más adelante en este blog. Por ejemplo, una de mis favoritas es la serie de «Nenúfares», también de Monet.

Caravaggio: el reflejo de una vida

Creo que no hay mejor forma de inaugurar el blog que con Caravaggio. Para mí, es uno de los mejores artistas pictóricos de la Historia del arte pero, sobre todo, es la máxima prueba de la entrega de los pintores con sus obras. Cada vez que un artista esculpe una figura, dibuja un rostro o, incluso, hace una fotografía, está dejando parte de él en esa obra. Y es que las obras de arte muchas veces nos enseñan más cosas sobre sus autores que sus propias biografías.

El caso de Caravaggio es obvio y su pintura refleja a la perfección la decadencia de su vida. El pintor italiano fue uno de los máximos exponentes del arte barroco y su influencia llegó hasta artistas como Rubens, Rembrandt o el español Velázquez. Caravaggio impregnó los lienzos de la oscuridad de su vida, yendo en contra de los cánones clásicos establecidos y trasladando la rebeldía de su personalidad a su obra. De hecho, el no cumplir los encargos que le encomendaban al pie de la letra le causó algún que otro problema que se sumó a los existentes en su vida personal, cada vez más complicada y marcada por las peleas.

De Baco a las cabezas cortadas

Baco Caravaggio Uffizi

«Baco», 1597

Poco tienen que ver las primeras obras del pintor italiano con los cuadros de los últimos momentos de su vida. «Baco» es un buen ejemplo de esta primera etapa, en la que, a pesar de la oscuridad propia del estilo barroco (los colores no son demasiado vivos y tanto el fondo como el vino representan claramente esta oscuridad), el dramatismo y la tenebrosidad de sus obras posteriores está ausente. A pesar de que no se ajusta del todo a los ideales renacentistas, sí vemos un esfuerzo por representar la belleza (aunque el rostro del joven, del que se dice que es un autorretrato del propio Caravaggio, es un poco inquietante). Sea como sea, la actitud de Baco es pausada y tranquila y la composición equilibrada. Sin embargo, su técnica empieza a cambiar cuando Caravaggio comienza a moverse en ámbitos no muy recomendables, lo que influye de manera directa en sus obras. Es esa oscuridad de las tabernas y de las zonas más peligrosas de Italia la que plasma en sus próximas obras, además de la tensión. Y es que ya no queda nada de la paz de la que disfrutaba el joven Baco bebiendo vino y rodeado de jugosas frutas. Además, al igual que hizo con el dios de la agricultura (y del vino) autorretratándose, Caravaggio recurre constantemente a humanizar a sus personajes retratando a personas de su entorno como personajes bíblicos. Y, como su entorno no era el mejor, maleantes, criminales y mendigos eran sus modelos más frecuentes. De hecho, una de las anécdotas que más se conocen de la vida del pintor barroco es la polémica que suscitó su obra «Muerte de la Virgen», en la que se dice que se inspiró en una prostituta encinta ahogada en el río Tíber para pintar a la mismísima Virgen María. Por cierto, este cuadro ya destila más estilo «caravaggiano», ¿verdad? Oscuridad, dramatismo y, sobre todo, realidad.

"La muerte de la Virgen", 1606

«La muerte de la Virgen», 1606

El cambio más drástico de la vida de Caravaggio se produce cuando en mayo de 1606 mata a un individuo llamado Ranuccio Tomassoni, probablemente por accidente, en una de sus frecuentes reyertas. El pintor se ve obligado a huir a Nápoles, donde es protegido por la familia Colonna. Precisamente gracias a la protección de varios mecenas, Caravaggio recorre otros territorios como Malta y Sicilia, en los que va pintando cuadros cada vez más tremebundos. Ya no es solo que la tensión se aprecie nada más posar la vista sobre el lienzo, sino que el dramatismo va acompañado de detalles macabros y sangrientos. El pintor se atreve a representar las escenas más violentas de la Biblia, como la decapitación de San Juan Bautista o del gigante Goliat.

"Salomé con la cabeza de Juan el Bautista", 1607

«Salomé con la cabeza de Juan el Bautista», 1607

 

"David con la cabeza de Goliat", 1609

«David con la cabeza de Goliat», 1609

Como dato curioso, cabe destacar que el polémico pintor utilizó de nuevo la técnica del autorretrato. Tanto en el cuadro de Salomé como en el de David, la cabeza que sostienen no es otra que la del propio Caravaggio. Y es que, aunque el pintor fue perdonado de sus delitos en Roma, parece que nunca llegó a perdonarse a sí mismo. Y, al igual que sus cuadros en los que los personajes aparecen solos ante una profunda oscuridad, este incomprendido e inolvidable artista falleció en las playas de la Toscana víctima de fuertes fiebres y del odio que sentía hacia sí mismo.